Trabaja hace más de diez años en este oficio, gracias al que ha podido entrar a la universidad para cumplir otro de sus grandes sueños. “Sin estas capacitaciones no tendría el peso que tengo en la industria”, afirma.
Hace más de diez años que Rocío Díaz, una joven de Maipú egresada de un liceo técnico profesional, se desempeña como soldadora en diversas industrias. Hoy, gracias a las posibilidades laborales que le ha abierto este oficio, pudo cumplir el sueño de entrar a la universidad para estudiar ingeniería en robótica.
Desde los 18 años que Rocío es una asidua alumna del Centro Técnico de Indura (CETI), donde ha obtenido varias certificaciones para múltiples técnicas de soldadura.
De hecho, ahora está ad portas de iniciar un nuevo curso en cañerías para potenciar su labor como trabajadora en una empresa de alimentos.
“Sin estas capacitaciones no tendría el peso que tengo en la industria”, afirma esta joven amante de los deportes y quien decidió compatibilizar su empleo formal con la universidad hace un año. Cuenta que viene de una familia grande, pero donde nadie se desempeña como soldadora ni en estructuras, la especialidad con la que salió de la enseñanza media.
“Las capacitaciones me abrieron la posibilidad de un mundo desconocido. En ese minuto, siempre estaba atenta de becas para poder hacer los cursos. Hice las postulaciones y partí desde cero, porque te explican todo, desde lo más básico. Me ha favorecido mucho, porque además el CETI tiene un gran peso en el mercado”.
Su futuro como ingeniera
Para una mujer, el mercado de la soldadura no es sencillo. Rocío comenta que aún son pocas las representantes del género que trabajan en este ámbito e incluso sus posibilidades se ven afectadas por la falta de instalaciones preparadas para recibirlas.
Hace poco, admite, realizó una postulación para una posición estable en el sector minero, pero esta no prosperó por motivos externos a su calidad como especialista.
“Hay una parte de este rubro donde aún es difícil entrar, ya que no está preparado para que las mujeres nos dediquemos a la soldadura. Hace poco lo comentábamos con una persona que lleva muchos años en este trabajo y lo que vemos es que todavía somos muy pocas”, comenta Díaz, quien se define como una “soldadora miscelánea”. Es decir, especialista en multiprocesos.
El comienzo de su quinto curso en el CETI de Indura busca mejorar sus competencias en el rubro del mantenimiento industrial, el área en la que se mueve desde hace casi cuatro años. En su trayectoria, además, ha participado en proyectos temporales para los mercados de la minería y la construcción.
Los desafíos que ha enfrentado Rocío, la han motivado para su nuevo desafío en la carrera de ingeniería en robótica. En 2024 comenzará su segundo año, en un área donde también espera contribuir con sus habilidades como soldadora. “Es un campo con mucho futuro. ¿Por qué decidí entrar a estudiar esto? Creo que se me da bien ensamblar piezas y estoy muy empapada de procesos industriales, la automatización y
las estructuras metálicas. Tengo un terreno avanzado”.